jueves, 5 de marzo de 2020

Coronavirus y teletrabajo

Intuitivamente el teletrabajo pareciera una medida efectiva para reducir la posibilidad de contagio y extensión de una enfermedad en un centro de trabajo, como el tristemente popular estos días coronavirus SARS-Cov-2: un empleado infectado teletrabajando no puede contagiar a sus compañeros, y del mismo modo un empleado sano no puede contagiarse el día que teletrabaja.

La suma de ambos efectos hace la posibilidad de contagio en los centros de trabajo altamente sensible al nivel de teletrabajo, entendido éste como el % de días laborables que la empresa permite a sus empleados trabajar de forma remota.

He hecho una simulación del progreso de la infección en una hipotética organización con los siguientes parámetros:
  • Número de empleados en el centro de trabajo: 1.000
  • Número inicial de empleados infectados: 1 (el supercontagiador!)
  • Número de compañeros con los que se tiene trato cada día: 25 (nivel de backup existente para compañeros dados de baja: 50%)
  • Probabilidad de contagiarse en el día condicionada a haber tenido contacto físico con un infectado: 1%
  • Días de incubación de la enfermedad (durante los cuales el empleado no es consciente de estar infectado pero puede transmitirla): 7

El modelo está muy simplificado: no se contempla la posibilidad de contagio fuera de la empresa, no hay reincorporaciones tras una baja, no se modela la posibilidad de estar infectado más allá del período de incubación y no advertirlo, se ignoran las pausas de fin de semana,... Aún así permite comparar en igualdad de condiciones escenarios con diferente grado de asistencia física a la oficina.

Tomando la evolución en 65 días laborables (3 meses naturales) del número de empleados sanos e infectados, y descomponiendo estos últimos en empleados conocedores de su estado (BAJA), y aquellos que todavía no lo han advertido (ALTA), para distintos niveles de teletrabajo se tiene:



Los parámetros se han escogido para un supuesto de muy rápida propagación del virus, con el fin de ver en qué medida el teletrabajo puede marcar la diferencia. Con ratios por debajo del 10% el sistema colapsa teniendo a la mitad de la plantilla total infectada antes de 65 días.

Sin embargo en cuanto aumentamos el % de teletrabajo la estadística juega a nuestro favor haciendo que la probabilidad de contraer la enfermedad, y por tanto de que ésta se extienda en la oficina, baje radicalmente: si de los 1.000 empleados totales con un 10% de teletrabajo aún se tienen 471 infectados, con un 20% bajamos a solo 48 infectados en el mismo período.

Podemos calcular también el número reproductivo básico (R0) o promedio de contagios adicionales que provocará cada individuo infectado, que será función del número de contactos físicos que dicho individuo tendrá durante el período de incubación y de la probabilidad de transmisión en cada contacto. La infección deja de propagarse (R0 = 1) a partir de un 24% de teletrabajo.

La siguiente gráfica muestra el número de infectados al cabo de los 65 días y el valor de R0 en función del teletrabajo:



La conclusión que saco es que reducir la exposición a aglomeraciones, incluso aún quedándonos lejos del 100% como es el caso de una empresa que permita cierto nivel de trabajo remoto a sus empleados, puede llegar a tener un impacto enorme de cara a frenar o ralentizar la propagación de una enfermedad infecciosa.

El que quiera jugar con el modelo (y sacarle todas las pegas o mejoras que desee), se trata de un Excel que puede encontrarse aquí. Todos los parámetros salvo los días de incubación pueden ajustarse.

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